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Plantando Esperanza: Cómo el voluntariado en el vivero me hizo sentir parte de algo especial

Por: Isabel Rosario Montalvo

Fue un martes soleado, cuando decidí aventurarme como voluntaria en el mantenimiento del Vivero de Río Piedras. La verdad, no sabía qué esperar, pero la experiencia superó mis expectativas.

Desde el momento en que llegué, me envolvió la belleza de este lugar, un paraíso lleno de miles y miles de plantas de todos los tamaños y especies. Todos los martes, jueves y sábados, personas voluntarias se reúnen en este rincón, creando un ambiente tan amigable que, de inmediato, me sentí parte de algo especial.

Mis primeros temores de llegar sola y no conocer a nadie desaparecieron rápidamente. Las otras personas voluntarias me recibieron con brazos abiertos, y pronto me vi inmersa en conversaciones sobre la vida, mientras desyerbábamos las plantas. Sentí una conexión genuina. Conversar, hacer amistades con otros voluntarios y compartir la misma pasión por la naturaleza, se convirtió en un impulso para seguir adelante.

Lo que realmente hizo que esta experiencia fuera inolvidable fue la sensación de hacer una diferencia. En el vivero, cada ayuda se celebra. Los empleados del vivero, apasionados y dedicados, transmitían conocimientos y apreciación por cada pequeño esfuerzo. Me sentí valorada.

Tienen una meta ambiciosa: plantar 45,000 árboles al año. Un trabajo necesario y asombroso para la reforestación de Puerto Rico. Contribuir con este esfuerzo organizado, me permitió participar en diversas etapas del cuidado de las plantas. Desde secar semillas, hasta sembrar limones, desyerbar, preparar tiestos con tierra y organizar las plantas. Ver orugas alimentándose de las hojas, listas para crear su capullo, y mariposas danzando a mi alrededor, se convirtió en una de mis partes favoritas.

El aire fresco y limpio del vivero promueve paz y tranquilidad. Cada aventura como voluntaria se convertía en una necesaria pausa mental. En este entorno, uno va a su propio paso, cuidándose con calma y agua. 

Estoy agradecida por haber tenido la oportunidad de contribuir, aprender y conectarme con la naturaleza y la comunidad. Sin duda, estoy ansiosa por volver y continuar siendo parte de este hermoso esfuerzo de reforestación y conservación. Cualquier persona puede unirse. Los invito a que vengan y disfruten de esta experiencia, igual que yo, sé que se sentirán parte de algo especial.

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