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En el Día Mundial de los Faros: una mirada histórica a estos centinelas de las costas en Puerto Rico 

Para la Naturaleza actualmente custodia dos de los faros de Puerto Rico: el de Cabezas de San Juan (en la imagen arriba), y el de isla Culebrita, que se encuentra en proceso de planificación para su futura restauración. 

Los faros de Puerto Rico son mucho más que estructuras funcionales para la navegación marítima. Son testigos de la historia, el desarrollo tecnológico y social del archipiélago, marcando épocas de transformación. 

Durante el siglo XIX, el Imperio español reconoció la necesidad de mejorar la seguridad marítima en sus colonias caribeñas. Dada su ubicación estratégica entre el Atlántico y el Caribe, Puerto Rico siempre fue un punto clave en las rutas comerciales al Nuevo Mundo. Los faros fueron construidos para facilitar el transporte, comercio y la navegación. Sin embargo, además jugaron un papel en las redes de comercio, no solo del comercio legal, sino también del esclavista desde África, una realidad que no puede ser ignorada al analizar su historia.

La llegada de los faros al Caribe está vinculada al proceso de colonización europea, iniciado en el siglo XVI. Las potencias coloniales, especialmente España, comenzaron a desarrollar rutas marítimas seguras, para proteger sus intereses económicos  y territoriales.

En Puerto Rico, el primer faro construido fue el del Castillo San Felipe del Morro, en la isleta de San Juan, en 1846. Esta torre original de hierro, fue reemplazada en 1876 por una nueva estructura. Durante la Guerra Hispano-estadounidense en 1898, sufrió daños significativos, lo que llevó a su reconstrucción en 1899. Sin embargo, problemas estructurales obligaron a su demolición en 1906, y la torre actual se completó en 1908, ya bajo la administración del gobierno estadounidense. 

Este mismo siglo, en 1869, se aprobó el Plan de Alumbrado Marítimo Español, que incluía 16 faros estratégicamente distribuidos alrededor del archipiélago cubriendo toda la costa de Puerto Rico, y sus  islas adyacentes Mona, Culebra, Culebrita y Caja de Muertos. El propósito era asegurar que cualquier embarcación que navegara por las aguas puertorriqueñas contara siempre con una luz de referencia.  

Tras la Guerra Hispano-estadounidense de 1898, Puerto Rico fue anexado por los Estados Unidos, de esta forma, los faros fueron transferidos a la Guardia Costera estadounidense. Aunque algunos faros fueron abandonados por los daños sufridos, muchos fueron modernizados, electrificados, automatizados y se les integraron sistemas de navegación más avanzados.   

Los faros construidos durante el dominio español destacan por su diseño elegante, influenciado por el estilo neoclásico. Muchos fueron edificados con piedra caliza y ladrillo local, e incorporan elementos moriscos como arcos, cornisas y detalles ornamentales.

De izquierda a derecha: Faro de la isla Culebrita (primera y tercera foto); y Faro de la Reserva Natural Cabezas de San Juan (segunda y cuarta foto).

Una característica única de los faros de Puerto Rico es que  integran la torre con la vivienda del farero. Esto respondía a la necesidad de mantener la luz encendida manualmente ya que, en sus principios, la iluminación funcionaba con aceite de oliva, luego con queroseno, hasta ser electrificada la estructura. 

Los faros de Puerto Rico no solo han guiado embarcaciones a través de sus costas, sino también han resaltado capítulos fundamentales de nuestra historia. Desde su origen bajo el dominio español hasta su modernización bajo el control estadounidense, estas estructuras han sido testigos del desarrollo económico, social y cultural del país. Su arquitectura, funcionalidad y simbolismo reflejan una época de transformación y conexión global, marcada tanto por el progreso como por las complejidades del pasado colonial. 

Hoy día, los faros de Puerto Rico son una parte integral de nuestro patrimonio cultural. Algunos han sido restaurados y abiertos al público como museos, miradores, centros de interpretación histórica y forman parte de rutas turísticas y educativas.  

Para la Naturaleza actualmente custodia dos de estos emblemáticos faros: el de Cabezas de San Juan, y el de isla Culebrita, que se encuentra en proceso de planificación para su futura restauración. 

Además de guiar a marineros a salvo hacia tierra firme, los faros han servido a las generaciones interesadas en la historia, patrimonio cultural y arquitectónico de Puerto Rico.  

*Para la creación de esta historia colaboraron Rafael Ojeda Rexach y Alexia Casalduc Pla, estudiantes de internado en Para la Naturaleza.  

Fuentes revisadas: 

  • Castillo de San Felipe del Morro Lighthouse, Summit of Castillo de San Felipe del Morro, San Juan Antiguo (subdivision), San Juan Municipio, PR: https://www.loc.gov/item/pr0046/ 

 

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